Poco después del nacimiento de su hermano, la pequeña Sachi empezó a
pedir a sus padres que la dejaran sola con el nuevo bebé. Como ellos temían
que, al igual que la mayoría de niños de cuatro años, la pequeña estuviera
celosa y quisiera golpear o sacudir a su hermano, le dijeron que no.
Pero Sachi no daba señales de celos. Era bondadosa con el bebé y pedía
cada vez con más urgencia que la dejaran a solas con él. Finalmente, los padres
decidieron permitírselo.
Jubilosa, la niña entró en la habitación del bebé y cerró la puerta, que
sin embargo se abrió apenas, dejando una rendija, suficiente para que los
curiosos padres pudieran observarla y escucharla.
Entonces pudieron ver cómo la pequeña Sachi se acercaba silenciosamente
a su nuevo hermano y, acercando su rostro al de él, le decía en voz baja:
—Bebé, cuéntame cómo es Dios, que yo ya estoy empezando a olvidarme.
Dan Millman
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