La
paradoja de nuestro tiempo es que tenemos edificios más altos, pero
temperamentos más cortos; autopistas más anchas, pero puntos de vista más
estrechos.
Gastamos
más, pero tenemos menos; compramos más, pero disfrutamos menos.
menos tiempo.
Tenemos
más títulos, pero menos sentido común; más conocimiento, pero menos juicio; más
expertos, pero más problemas; más medicina, pero menos bienestar.
Bebemos
demasiado, fumamos demasiado, gastamos imprudentemente, reímos muy poco,
conducimos muy rápido.
Hemos
multiplicado nuestras posesiones, pero reducido nuestros valores.
Hablamos
demasiado, amamos muy rara vez y odiamos con demasiada frecuencia.
Hemos
aprendido a ganarnos la vida, pero no una vida, hemos agregado años a la vida,
no vida a los años.
Hemos
recorrido todo el camino a la luna y de regreso, pero tenemos problemas para
cruzar la calle para conocer al nuevo vecino.
Hemos
conquistado el espacio exterior, pero no el espacio interior.
Hemos
hecho grandes cosas, pero no cosas mejores.
Hemos
limpiado el aire, pero contaminado el alma.
Hemos
dividido el átomo, pero no nuestros prejuicios.
Escribimos
más, pero aprendemos menos.
Planeamos
más, pero logramos menos.
Hemos
aprendido a correr, pero no a esperar.
Estos
son los tiempos de comidas rápidas y las digestiones lentas, de los hombres
altos y de carácter corto, de altas ganancias y relaciones superficiales.
(Dr.
Bob Moorehead, The Paradox of Our Time).
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