Una niña estaba muriendo
de una enfermedad de la que su hermano, había logrado recuperarse tiempo atrás.
El médico dijo al chico: —Sólo una transfusión de tu sangre puede salvar la vida de tu
hermana. ¿Estás dispuesto a dársela?”.
Los ojos del muchacho
reflejaron verdadero pavor. Dudó por unos instantes, y finalmente dijo: — De acuerdo, doctor, lo haré.
Una hora después de
realizada la transfusión, el muchacho preguntó indeciso: —Dígame, doctor, ¿cuándo voy a morir?
Sólo entonces comprendió
el doctor el momentáneo pavor que había detectado en los ojos del muchacho:
creía que, al dar su sangre, iba también a dar la vida por su hermana.
Anthony de Mello
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