viernes, 15 de marzo de 2013

Lección 29. Amar es sanar


El amor es la medicina milagrosa, que sana la mente, el cuerpo, el corazón y el alma. La mayoría de los seres humanos, lo sepamos o no, estamos enfermos, en alguna de las partes que nos componen o en varias. Como lo han demostrado muchas investigaciones médicas, el componente sico-emocional y mental de la persona, influye de forma determinante en un gran número de enfermedades físicas; desde el asma, las alergias, los desórdenes inmunológicos, las distrofias, hasta el cáncer, por mencionar sólo algunas.
 
Los milagros, como hechos que no pueden ser explicados por la ciencia, son obras del amor de Dios. Es el amor el que puede curar una enfermedad avanzada, así como lo demostró Jesús a su paso por el mundo. En los evangelios aparece el pecado como una de las causas de la enfermedad, el pecado entendido como una falta de amor, no puede ser curado sino con amor. El amor es una gracia, un regalo de Dios, está para todos si decidimos creer en él y abrirnos para recibirlo.

Al ir a la raíz de muchas enfermedades subyacen defectos importantes en el individuo como el odio, el resentimiento, la amargura, el miedo, en sí la falta de amor, por sí mismo y por el prójimo. Cómo lo explica Jesús, no todas las enfermedades son consecuencias de pecados propios, ni de los padres, algunas son semillas para producir milagros, testimonios de amor vivo que pueden cambiar la vida de muchas personas.

El amor es la fuerza que permite romper las causas del dolor emocional, aliviar el dolor físico, y reconfortar aún en medio de enfermedades terriblemente dolorosas y limitantes. Algunas veces la fe en el amor de Dios, puede llevar a la sanación física, en otras no, en algunas la respuesta de Dios es "No". Lo verdaderamente valioso, es la conversión en el alma de la persona, que por medio de la vivencia puede entender su vida, y lograr paz a pesar de las circunstancias.

Nuestro amor, nos sana y sana a otros, con una palabra de aliento a una persona cansada o desilusionada de la vida, un buen consejo si lo pide, la compañía en los momentos de dolor, nuestro cuidado y amor para alguien que se encuentra enfermo, nuestra paciencia ante un paciente iracundo e irritable. Nadie nos pide que obremos milagros, pero a veces tan sólo decir: Lo siento, Te perdono o Perdóname, Te amo, No tengas Miedo, pueden ser las palabras más liberadoras que existen para quien sufre una enfermedad y quien lo acompaña en ella.

Tenemos la medicina más importante para sanar nuestra vida y la de otras personas: el amor. Primero debemos sanarnos nosotros mismo, con el poder de Dios, para poder sanar a otras personas, y lograr romper historias familiares, sociales y mundiales de desamor.

Liliana


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