viernes, 1 de marzo de 2013

Lección 25. Amar es confiar


La confianza es la seguridad en si mismo o en otro, es la esperanza firme en alguien que sentimos cercano. No podemos amar a alguien si no confiamos en la verdadera bondad que habita en esa persona. Si estamos con miedo o temor estos nos impiden confiar y abrirnos al amor. La confianza es una cualidad con la que nacemos, ningún niño nace pensando que otro puede hacerle daño, es por eso que son más vulnerables, y victimas fáciles. Esta cualidad de ver lo bueno en el otro, va disminuyendo a medida que el niño experimentar situaciones desagradables, donde es herido o lastimado.

El niño debe crecer con una buena autoestima, con la confianza en sus propias capacidades para autoprotegerse, y a la vez para afrontar cualquier situación que la vida le presente. Cuando el autoconcepto y la autoimagen de valor no son fuertes, la persona tiene una débil confianza en sí misma. La desconfianza crea barreras para protegerse y genera dudas constantes sobre el amor y la amistad que otros le brindan, y también sobre la propia capacidad de amar y de vivir.

Por lo general, en el adulto, la confianza en otra persona se gana con el tiempo. Para algunas personas, pueden ser años de experiencias vividas juntos para determinar que otro es confiable. La confianza es frágil como el cristal, y un solo golpe puede llegar a resquebrajarla, y así como los pedazos de cristal, aunque se repare, quedaran marcas imborrables.  

Pero a pesar de las malas experiencias donde otros hayan abusado de la confianza brindada, es necesario dar un paso adelante y seguir avanzando. Hay que comprender que todos podemos equivocarnos igual o peor, y  todos poseemos la capacidad de cambiar. En libertad y con discernimiento, a la luz de la guía del espíritu, decidiremos hasta que punto confiar en otro. La verdad es que a veces los hábitos nocivos (adictos al alcohol o drogas, sexo, pornografía, estafas, robos, mentiras, actos violentos) son más fuertes que la débil voluntad de la persona. Es necesario confiar en nosotros mismos, para alejarnos de alguien que puede repetidamente lastimarnos o someternos a situaciones de riesgo, físico o emocional.

Nuestra verdadera confianza para amar debe estar cimentada en el espíritu, en Dios. Confiar en el amor de Dios, es tener la seguridad que todo lo que necesitemos nos será dado. Él nos brindará la fuerza para afrontar las situaciones difíciles, y también para levantarnos de las traiciones y engaños sufridos. Dios nos regalará su amor y sabiduría, para seguir confiando en el poder de la bondad que existe en la humanidad, y en el corazón de cada persona. Podemos desconfiar de nosotros mismos pero nunca…nunca…nunca…desconfiar del amor de Dios, es lo único real y eterno.
  Liliana

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