miércoles, 27 de febrero de 2013

Lección 23. Amar es apreciar lo bueno


Amar es apreciar lo bueno en todo. Hay formas de andar por la vida: la primera enfocándose en los defectos y carencias, la segunda viviendo en la apatía e indiferencia, y la tercera valorando a cada persona o cosa como algo único y maravilloso. Por supuesto, esta última opción es la que decide quien está dispuesto a vivir en el amor.
 
Una de las fases más emocionantes en una relación de pareja es la fase del noviazgo, en ella, estamos enfocados en todo lo bueno que la otra persona nos ofrece, somos ciegos de amor. Pero la fase del noviazgo, debe pasar con el tiempo y la convivencia, a un amor maduro, un amor en el cual me reconozco y sigo reconociendo al otro como de valor. Si vemos todo lo positivo de esa persona, más fácilmente podemos establecer vínculos duraderos, porque somos capaces de amar a pesar de todos los errores del otro y de los propios. El perdón diario y la comunicación amorosa y positiva, son elementos indispensables para lograr una relación armoniosa, mutuamente satisfactoria.

Cada día son más los matrimonios y las relaciones afectivas que fracasan. Cuando nos vemos ante la ruptura, nos sigue una fase de análisis y reflexión sobre las causas de la separación, y allí aparece como una de las primeras razones, la incapacidad de reconocer continuamente al otro como un regalo valioso, único e irrepetible, y no como una posesión a la que tengo derecho ilimitado.

Pocas relaciones humanas dan un testimonio tan fuerte de amor, como el de una  madre por su hijo. La madre es capaz de ver siempre la bondad del otro, ella conserva en su corazón la imagen de un niño, al que ama a pesar de todo. Una madre, sabe que su hijo es el resultado de su amor, y si falla su hijo es su propia falencia de amor la que está viendo. 

Cualquiera puede reconocer las imperfecciones o los defectos de otro; es muy fácil criticar porque parece que lo “malo” brilla más. También, porque cuando percibimos algo como negativo, es porque no responde a nuestras expectativas y deseos. Valorar la individualidad como positiva, reconocer el regalo de la diferencia de personalidades, y al tiempo considerarnos como iguales, son principios para desarrollar relaciones personales más plenas.

Los hombres y mujeres realmente grandes, que reconocen su esencia espiritual, y su potencial ilimitado de amor, pueden valorar completamente a una persona. Aman sin condiciones, entregan sin recibir nada a cambio, y pueden apreciar dentro de cada criatura la esencia perfecta de Dios. Todos estamos llamados a ser así de grandes.

Liliana

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