viernes, 22 de febrero de 2013

Lección 21. Amar es perdonar


Perdonar es el regalo de amor más grande. Cuando alguien perdona nuestras faltas o errores, nos sentimos liberados, y con la posibilidad de continuar sin las cargas negativas de la culpa y la vergüenza. El amor que entrega el perdón, es un amor incondicional ya que decide entregarse a pesar de nuestras imperfecciones. 

El perdón es una llave para la liberación personal, es soltar las cadenas que nos mantienen atados, para darnos la libertad de volar, y seguir creciendo. El amor incondicional es el motor que nos hace creer en nosotros mismos y lograr hechos extraordinarios, desde la curación física y emocional, hasta obrar milagros. 

Si nos mantenemos anclados a memorias negativas, que guardamos, recordamos y resentimos una y otra vez, le robamos la alegría al presente. El pasado es un fantasma que puede llegar a atormentar nuestra vida, si decidimos creer que  todavía nos acompaña. Pero el ayer ya no está, y nada, absolutamente nada de lo que hagamos hoy puede cambiar lo que ya ocurrió. 


La falta de perdón y amor es la raíz de muchos males y las enfermedades. Si nos aferramos a las heridas, nos llenamos de ira, enojo, rabia, hasta odio. Los pensamientos y sentimientos anteriores, nos dañan profundamente. En esa confusión mental que produce la falta de perdón, no escuchamos el verdadero mensaje que Dios nos regala diariamente, el mensaje del amor.

El perdón debe ser un ingrediente básico para establecer relaciones duraderas y armónica. Cuando no somos capaces de ir perdonando y olvidando las ofensas de las personas que nos rodean y las propias, poco a poco elevamos muros y silencios que nos alejan más y más. A veces escuchamos testimonios de parejas que han vivido 50 años de casados, y aún se aman, ellos nos enseñan que el perdón díario, la comunicación y el aprender a comprender y aceptar al otro, son las bases para un matrimonio duradero.

El proceso del perdón también es una decisión. En nuestra mente asumimos la intención de hacerlo, sabemos que estamos en la voluntad de Dios, y confiamos en su ayuda. Mientras más orgullo, arrogancia, egoísmo o ambición en nuestros corazones, más nos cuesta perdonar. El perdón requiere ir dejando, paso a paso, todas las razones mentales con las cuales justificamos el aferrarnos al dolor; es con humildad reconocer que no sabemos perdonar y permitir que sea el Espíritu Santo que obre en nosotros.

Padre Amado, gracias por tu amor y perdón, te pedimos humildemente que nos ayudes a perdonar, no sabemos cómo hacerlo y a veces nuestros esfuerzos parecen vanos. Queremos hacer tu voluntad amando siempre. Gracias Padre.

Liliana

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