lunes, 4 de febrero de 2013

Lección 11. Amar es desear el bien


Amar es desear el bien, lo mejor, aquello que aporta felicidad y crecimiento. Todo acto nace de un deseo, un impulso que surge internamente y orienta las acciones que realizamos. Desear la felicidad a las personas que amamos es natural en nosotros. Pero no siempre deseamos el bien a los enemigos, por el contrario, muchas veces en nuestra mente explotan pensamientos negativos, que para nada son compatibles con el bien.

Damos por correcto, desear el mal a las personas que han obrado mal. Tenemos  malos pensamientos y deseamos castigos justos ante: un hombre que entra con un arma a una escuela a terminar la vida de niños inocentes, o a aquel que viola y tortura a otros tantos, a alguien que estafa a miles de familias, al secuestrador, el que prostituye menores, al guerrillero, al político corrupto, por mencionar algunos.

Cuando escuchamos noticias como las anteriores, tenemos un clamor por justicia, somos capaces de sentir sentimientos profundos de amor por las victimas pero no por el agresor. Es allí donde surgen fácilmente palabras de condenación, y tiramos no una sino múltiples piedras al acusado con nuestros pensamientos. Las palabras de Jesús cobran vida: “No juzguéis y no seréis juzgados”. No nos compete a nosotros ser los jueces, y ante el mal solo podemos tratar de contrarrestarlo con actos de amor. 

Orar, pedir luz y sanación interior es una buena elección, es una manera de amar. Por supuesto esto no evita que la justicia obre ante quien ha causado daño. Al reconocer que todos somos víctimas de victimas, y que detrás de un acto violento se encierra una historia de vida, que muchas veces no se publica en la prensa, nos hace sentir más compasión y amor ante la persona que ha violentado a otros. 

Amar es desear el bien a aquellos que directamente nos han herido, es liberarnos del deseo de venganza que a veces nos atormenta ante hechos que consideramos injustos. Ningún acto de amor es más grande que perdonar a nuestros enemigos y desearles el bien. Tarea difícil, pero comprendemos que perdonar es un acto tanto humano como divino, y que en Dios todo lo podemos. 

Oro al padre todopoderoso, para que en nuestros corazon solo existan sentimientos nobles por cada uno de los seres de este planeta.

Liliana

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