Todos los seres humanos
necesitamos sentirnos amados. Si gozamos de afecto humano las demás
circunstancias son más placenteras, nos sentimos en mayor paz y plenitud. El
amor y sus diversas manifestaciones enriquecen nuestras vidas, el amor es un
recurso aún más poderoso que el dinero, porque el amor de alguna manera nos
hace invencibles. Cuando nuestros actos están motivados por el amor, el
universo conspira para impulsarnos a metas que superan nuestros sueños.
El alimento del mundo es el
amor; gracias al amor la humanidad sigue
creciendo a pesar de todas las muertes generadas por el odio y el ansia de
poder. Del amor nace la vida, con amor
crece la vida, y por el amor progresa la vida. No podemos vivir sin el alimento
para el cuerpo, de la misma manera nuestra alma se opaca si carece de amor.
Cuando el amor falta la vida se torna vacía, sin sentido, fallan las motivaciones
profundas que superan las limitaciones del tiempo y de la misma existencia.
Como humanos, buscamos la
plenitud, reconocimiento de los demás, adquisiciones materiales, éxito, fama y
fortuna, y eso está bien, intentamos tener vidas significativas. Pero muchos
han logrado esto y siguen sintiendo que su vida no tiene un verdadero sentido,
un propósito mayor.
En el fondo de una persona
verdaderamente exitosa, está el amor en todas sus expresiones: el amor por si
mismo que le ha dado confianza para superar los diversos obstáculos; un amor
sincero y desinteresado por su familia y
amigos reconociéndolos valiosos; y una gran amor por su trabajo ya que
comprende que este es su más valioso regalo para el mundo.
Cuando miramos un pequeño
bebe nos despierta sentimiento de
ternura y amor; lo vemos vulnerable y queremos protegerlo, cuidarlo, mimarlo e
interpretar cada una de sus necesidades. Nos acercamos a un bebé sin
desconfianza, con el corazón abierto, con los sentimientos más nobles, muy
diferente a la forma como nos acercamos a los adultos y más aún a desconocidos.
Con los años creemos ser
independientes y autosuficientes, y vamos elevando barreras para protegernos de
los desengaños, pero estos muros no sirven, no limitan los daños, tan solo
cierran las posibilidades de satisfacer nuestra necesidad de amar y ser amados.
Liliana
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